Málaga, 18 de noviembre de 2024.- El Clúster Marítimo-Marino de Andalucía ha lanzado una nueva acción de comunicación llamada ‘La Dársena’, que aspira a convertirse en un espacio de reflexión sobre tendencias de la Economía Azul Sostenible andaluza y en la que contaremos con aportaciones de expertos de primer nivel en todos y cada uno de los sectores marítimo-marinos: de la construcción naval e industria auxiliar a la acuicultura, pesca e industria de transformación alimentaria, pasando por el Turismo Azul, el transporte marítimo, logística y puertos, biotecnología, desalación, energías renovables marinas, I+D+i, arqueología subacuática o robótica submarina.
La sección, que supone la publicación de un nuevo artículo cada lunes, cuenta con la opinión de los directivos del CMMA, referentes cada uno de ellos en sus respectivos sectores, así como con los grandes investigadores, cargos públicos e institucionales, profesores, empresarios o defensores de la biodiversidad marina.
Abrimos un espacio de reflexión azul.
Hoy compartimos el tercer artículo, escrito por Ingrid Mateo Manrique, vocal de Igualdad y Emprendimiento del CMMA, gerente y fundadora de la empresa Microambiental, además de experta en Economía Verde y Circular y cambio climático:
Servicios ambientales, Economía Circular y el escenario económico actual
Podéis leerlo aquí también en formato PDF.
Realizar un análisis sectorial en estos tiempos tan singulares es como mínimo osado porque, aunque haya diferentes expertos económicos que se atrevan a vaticinar como se comportará la economía, basándose en los comportamientos cíclicos del mercado o los precedentes similares que hayan existido anteriormente, los tiempos actuales tienen muchas variables y factores muy diferentes de los anteriores. La geopolítica, la multilateralidad y los intereses de hoy hacen que el escenario sea un sistema complejo. Es necesario, pues, entender los datos objetivos y quitar la morralla que sólo añade subjetividad.
El sector donde desempeño mi actividad es el de servicios. Es cierto que todos los servicios en materia de medioambiente y sostenibilidad son actividades emergentes en estos tiempos. El viento a favor le viene de Europa, donde las regulaciones están empujando el mercado en la dirección de la sostenibilidad. La economía circular es el nuevo paradigma y ahora todos los esfuerzos se dirigen a la transformación de la economía lineal en circular. Este tránsito, en el que múltiples factores están influyendo, se está realizando de una forma abrupta.
En primer lugar, Europa ha puesto como condición para realizar ese tránsito hacia la sostenibilidad la digitalización. Entender esta como conditio sine qua non para esa sostenibilidad es mezclar churras con merinas. La digitalización forma parte de algo mayor, por encima del objetivo de desarrollo sostenible y no es la gestión de activos, sino su control. Esto está generando unas marcadas diferencias entre empresas, debido al nivel tecnológico que tienen de partida y a los medios económicos y estructurales de los que disponen para acceder a la tecnología que permite la digitalización prevista y por otra parte las empresas que no disponen de los recursos adecuados para alcanzar el nivel de digitalización que se exige. Probablemente esto genere una merma y un sesgo en el mercado donde las pequeñas y medianas desaparezcan, y su nicho sea ocupado por otras grandes, ocurriendo procesos de centralización en las compañías con más envergadura.
Por otra parte, la regulación en España, promovida principalmente por la UE, está haciendo que ciertos sectores se vean mucho más tensionados que otros y, sobre todos ellos resalto el sector primario. Parece que Europa y España, en concreto, no aprendieron de la crisis anterior, la pandemia, en la que se vio que la soberanía sanitaria no se podía delegar en terceros países porque la dependencia de los suministros externos nos hacía vulnerables. Las lecciones ignoradas se convierten en problemas y errores recurrentes. Se repiten. Pues bien, la soberanía alimentaria en Europa vuelve a estar en manos de terceros países y la vulnerabilidad llegará en la siguiente crisis, que promete convertirse en una hambruna, al menos para las clases sociales empobrecidas en cado uno de los cataclismos económicos.
Otro aspecto de nuestra economía que está afectando a las empresas de servicios ambientales en el ámbito marítimo-marino es la fiscalidad. Se ve un aumento de la fiscalidad, y las cargas que han de asumir las empresas son mayores. La causa de ese aumento de la fiscalidad es la deuda española, que es especialmente grave, influye en la presión fiscal sobre las empresas. De nuevo, ello desembocará en una pérdida de diversidad en el sector por la ley de selección natural. Así, las empresas cuyas cuentas no se encuentren saneadas y al día se verán obligadas a cerrar.
En resumen, la digitalización, las regulaciones y la fiscalidad debido a la deuda pública están generando hostilidades en el ecosistema económico. Nos encontramos en un periodo en el que los aires de guerra se atisban en el horizonte y no hay mejor forma de prepararse que saber a los retos a los que nos enfrentamos, sanear nuestras cuentas y establecer estrategias que nos permitan capear los temporales que vienen.
Estamos en tiempos difíciles. Las crisis afectan mucho a las empresas de servicios que son las que dependen de otros sectores muy frágiles en estas épocas de crisis como el turismo o la construcción. Lecciones no aprendidas en anteriores crisis están llamadas a repetirse de nuevo. España debe de diversificar los sectores productivos para que los cataclismos financieros no afecten de manera tan cruel a la economía del país. Mantener primero la productividad y luego aumentarla ha de ser uno de los principales objetivos. La producción ha de permanecer estable y se han de aplicar estrategias donde el desarrollo de sectores productivos sea primordial. Dichas estrategias han de considerar que la fiscalización puede estrangular a las empresas, y, además, ejerce un intervencionismo sobre la economía haciendo que se pierda diversidad y atomización, que son puntos clave en una economía fuerte.
Las oportunidades vienen de la mano de la economía circular; la economía azul, que ya genera nuevas especialidades productivas resilientes ante las crisis; y de los nuevos retos tecnológicos como son la inteligencia artificial, la digitalización y las normas actuales de sostenibilidad.
Creo que en España debemos coger el timón hacia un rumbo propio adaptado a la idiosincrasia nacional. Las directrices europeas no se adaptan específicamente al país, con el fin de que pueda desarrollarse económicamente y frenar el aumento de la deuda. Se han de elaborar planes estratégicos sectoriales y es necesario redefinir el término transición, porque como asevera el Pacto Verde Europeo ningún ciudadano debe quedarse atrás. En cambio, la estela de cadáveres de empresas que está dejando esta transición hacia un Pacto Verde disminuirá notablemente la productividad española. La pregunta será con qué impuestos se va a pagar la deuda: ¿con los de las empresas que queden será suficiente? ¿O los ciudadanos, como codeudores, tendrán la obligación de abonar esos impuestos cuando la productividad no pueda soportar más el peso del débito?