Málaga, 27 de enero de 2025.-El Clúster Marítimo-Marino de Andalucía ha lanzado una nueva acción de comunicación llamada ‘La Dársena’, que aspira a convertirse en un espacio de reflexión sobre tendencias de la Economía Azul Sostenible andaluza y en la que contaremos con aportaciones de expertos de primer nivel en todos y cada uno de los sectores marítimo-marinos: de la construcción naval e industria auxiliar a la acuicultura, pesca e industria de transformación alimentaria, pasando por el Turismo Azul, el transporte marítimo, logística y puertos, biotecnología, desalación, energías renovables marinas, I+D+i, arqueología subacuática o robótica submarina.
La sección, que supone la publicación de un nuevo artículo cada semana, cuenta con la opinión de los directivos del CMMA, referentes cada uno de ellos en sus respectivos sectores, así como con los grandes investigadores, cargos públicos e institucionales, profesores, empresarios o defensores de la biodiversidad marina.
Abrimos un espacio de reflexión azul.
Hoy compartimos el quinto artículo, escrito por el vocal de Formación e Internacional del CMMA y CEO de AlboránPlus, Tomás Pérez Benz:
No hay reunión de empresarios del sector de la economía azul en la que la falta de personal no sea un tema de conversación. Y no es una sensación que flote en el ambiente. Hay datos objetivos que lo avalan: según el SEPE[1], 22 de las 28 ocupaciones de difícil cobertura existentes en Andalucía están relacionadas con la economía azul.
Y el trasfondo no es que haya desempleados vagos o empresarios rácanos (que en ambos casos seguramente los haya). El trasfondo que percibimos es la falta de alineación de las necesidades de las empresas con los planes formativos.
Y el trasfondo no es que haya desempleados vagos o empresarios rácanos (que en ambos casos seguramente los haya). El trasfondo que percibimos es la falta de alineación de las necesidades de las empresas con los planes formativos diferentes oficios que lo conforman. Podemos hablar de chefs en megayates o de soldadura naval, pasando por marinería o servicios deportivos, portuarios y turísticos, entre muchos otros.
Un primer análisis nos pone de relieve la falta de vertebración de la oferta formativa. Son varias las administraciones con competencias en el asunto: desde la Consejería de Educación al Instituto Social de la Marina, pasando por la Consejería de Empleo o las Universidades. Y parte de esta oferta no está actualizada o no parece estar consensuada con el sector empresarial. A eso hay que sumar la oferta de carácter no oficial, pero frecuentemente obligatoria para poder cumplir con los requisitos de empresas aseguradoras o las normas de prevención de riesgos laborales. Una oferta frecuentemente atomizada y cautivadora.
A modo de ejemplo, en Andalucía, con 900 kilómetros de costa, solo existen dos institutos de formación profesional orientados a la formación marítima (y uno de ellos solo parcialmente). En el caso de la FPE, la atomización es evidente. Numerosos centros privados se han homologado para impartir certificaciones del ámbito marítimo pesquero (incluso en provincias no pesqueras), pero no han solicitado la impartición de esos Si nos ceñimos a la oferta existente, aún hay espacios para abrir ventanas azules que puedan ofrecer nuevas expectativas a nuestros jóvenes. En la oferta universitaria o de formación profesional se pueden incluir módulos que faciliten un enfoque orientado al sector marítimo-marino: desde un módulo de electrónica naval en la FP a dedicar parte del temario de los estudios universitarios de geografía a la gestión del medio marino, por poner dos ejemplos a vuelapluma.
Tampoco hay espacios para mejorar la capacitación en los oficios derivados de nuevas tecnologías o de la lucha contra el cambio climático. La inteligencia artificial, la impresión 3D, la ciberseguridad, las soluciones basadas en la naturaleza o las demandas del turismo sostenible generan nuevas oportunidades empresariales y laborales para los que nuestro sector no se está preparando y la falta de una oferta formativa adecuada es un factor importante.
El papel de las empresas es importante ya que son las que, indicando sus necesidades, pueden marcar el rumbo necesario para hacer más competitiva que nuestra economía. Es algo que tienen claro en otros países: en Alemania, las competencias acerca de la Formación Profesional no recae en o las Consejerías. La FP depende de las organizaciones empresariales. Llegar a ese punto en España se antoja complicado, pero sí se hace necesario una mejor y mayor interlocución entre las empresas y los centros formativos.
El papel del Clúster Marítimo en ese aspecto es fundamental. De hecho, ya se mantienen contactos con diferentes administraciones para diseñar itinerarios formativos azules pero aún queda mucho camino por recorrer.
El objetivo a conseguir es, por tanto, doble: por una parte poder ofrecer una oferta formativa azul vertebrada y actualizada y, por otra parte, generar dinámicas que permitan una mejor participación del sector empresarial en su diseño.
La economía azul ofrece además muchas posibilidades más allá del mundo náutico. El turismo azul o el desarrollo delas energías renovables, especialmente las off shore supondrán la posibilidad degenerar miles de puestos de trabajo que, si no andamos listos, nos obligarán a importar mano de obra cualificada de países nórdicos (ya lo estamos haciendo). Mientras tanto contamos con miles de jóvenes sin recursos dispuestos a embarcarse pero sin acceso a una formación cualificada. En Andalucía no tendría que haber paro, y la economía azul es un ingrediente de la solución.